Friday, March 21, 2014

¿Por qué leemos? ¿Por qué escribimos?

Muchas veces cuando leemos no solo lo hacemos por el santo deber de ser más cultos y conocer los grandes escritores del pasado, o para estar en la misma página que todo el mundo o meramente para cumplir con las clases o con la dictadura de ser letrado.

Seamos sinceros, lo hacemos para salir del mundo cotidiano, del mismo día a día que a veces nos encadena.  Porque nuestra rutina nos aburre y nos hace morir poco a poco. El tedio mata lentamente y sin darnos cuenta que nos ha estado matando. Leyendo nos hacemos pensar que tener la misma rutina todos los días no está tan mal. Porque cuando leemos vivimos otra vida en un mundo fantástico o simplemente otro mundo u otra vida que no es la nuestra. Leemos también porque queremos identificarnos, por eso gustamos más de un personaje que de otro. Ese momento en que tomamos un libro en las manos y nos regocijamos con las historias que nos atan a él, es un momento en el que decidimos olvidar ya sea por horas o minutos la vida cotidiana. Porque cuando leemos, viajamos sin movernos. 

Porque nos ahorca, nos asfixia tener la misma rutina y más aún reconocer que lo tenemos que hacer porque eso es lo que dicta el mundo. Díganme, ¿qué de divertido tiene levantarte, beberte un café con un pedazo de pan, darte una ducha, caminar/conducir/coger el metro/correr la bici hacia el trabajo y trabajar/estudiar por sabrá Dios cuantas horas y luego regresar para quizás seguir trabajando y acostarte a dormir para hacer lo mismo al siguiente día? Repetir, repetir, repetir y repetir.

*(Claro, esto no nos aplica a todos. Hay quienes aman la rutina, los respeto y los admiro aunque nunca los entenderé.)


Escribimos para distraernos, escribimos cuando hemos tenido un momento de súbita emoción, cuando llega la hora de partida de un ser querido, cuando te alejas de una persona, cuando hay un cambio y queremos descargar la pasión en letras. Pero siempre hay cambios, uno de los grandes componentes de nuestras vidas, el maravilloso cambio y el vaivén de las cosas imprevistas. Escribimos bien o escribimos mal pero es nuestro, y eso que escribimos lo hacemos también para matar algo. Matar el coraje matar, el “shock” cultural, para desboronar los pensamientos y convertirlos en arte, en creación. Para conquistar nuestro propio mundo y hacernos eternamente dueños de algo. Pero cuando escribimos también revivimos experiencias y sentimientos que deseamos volver a sentir. Lo hacemos para compartirlo o para nunca enseñarlo al mundo pero lo hacemos porque algo nos mueve. Nos mueve la impaciente pasión de crear y recrear. 

*Amigos y amigas, les recomiendo Wild de Cheryl Strayed para que descubran el PCT.

Thursday, March 13, 2014

Flying away from the fountain

Alejarse del terruño y aventurarse a descubrir tierras desconocidas.

Eso, amigos, es lo más fantástico que he hecho en mis veintiún años de vida. Claro, bocas ajenas me habían contado lo maravilloso que es pero no tenía la más mínima idea de cómo se sentiría. Así como dijo el personaje de Bryan Cranston, Walter White, en Breaking Bad al responder por última vez porque había comenzado a cocinar metanfetamina, “I feel alive”. Me siento viva.


El 4 de septiembre de 2013 en San Juan, Puerto Rico me monté en un avión con destino a Atlanta solo para hacer una escala y tomar otro con destino a Francia. ¡Dieciocho horas de viaje! No sé cómo sobreviví. Mientras veía a todos caer en los brazos de Morfeo mis emociones y expectativas me mantenían despierta. Decidí no prestar atención a la hora y perderme en mis pensamientos. Cuando al fin podía ver el cielo parisino comencé a sentirme inquieta y las ansias de llegar y tocar tierra me ahogaban. Fue una buena emoción, una sensación de alivio y triunfo porque algo que había planificado por tanto tiempo y con tanto esfuerzo al fin lo logré. Es como cuando estas corriendo, casi sin aire, pero la meta está a unos cuantos pasos. Aunque ese aun no era mi último destino, cuando llegue al aeropuerto Charles de Gaulle tomé otro avión hacia Rennes. Y es ahí donde comienza mi historia de amor con Bretaña.  

Cielo Parisino

Place de la Mairie

Calles de Rennes